Por: Pedro Hernández
Desde la década de los 90’s, el Internet representa una fuente o herramienta para la información y acumulación de datos muy importante en la vida del ser humano. Su evolución con el paso del tiempo incrementa con mucha rapidez, convirtiéndose en un monstruo informático lleno de increíbles aportes, plataformas, buscadores y una enorme cantidad de sitios web populares.
Hasta la fecha, es también un enorme apoyo para la comunicación, gracias al desarrollo de varias plataformas sociales de correo electrónico y sitios para chat en línea, mismos que permiten compartir mensajes e iniciar conversaciones en tiempo real, bajo un plano inmenso que gira alrededor del mundo, la cual genera una polarización total para el flujo de mensajería y transferencia de datos.
También en Internet habitan grandes servicios que permiten realizar actividades por medio de esta macro herramienta, así como: ventas y compras digitales, movimientos bancarios, visualización de películas o series vía streaming, edición de contenido digital, entre otros; pero, aunque posea un gran número de beneficios que se puedan extraer y aprovechar de esta nueva tecnología, no todo es positivo.
Hace unos meses, la plataforma de vídeo streaming más popular en el mundo, estrenó un documental con el título “El dilema de las redes sociales”, en el cual participan varios expertos y programadores de los sitios más rentables en la web, quienes a lo largo del metraje abordan temas polémicos y conflictivos que se producen mediante las plataformas sociales con más visitas en todo Internet.
De esa manera, se trata de concientizar y hacer ver a la población mundial, todo lo que hacen las grandes corporaciones por mantener a los usuarios activos en cada una de las redes sociales, o los sitios web con altas visitas, permitiéndoles la oportunidad de reflexionar una vez más lo que hacen, comparten, reaccionan, dicen y crean por medio de estas poderosas herramientas.
Las redes sociales son en la actualidad las plataformas más visitadas en todo Internet, al igual que varios motores de búsqueda populares, los cuales ayudan a compartir información en cualquier momento del día. La alta exposición de contenido y la facilidad de generar contacto con millones de cibernautas al mismo tiempo, construyó lo que hoy conocemos como la dependencia cibernética.
Un alto porcentaje de la sociedad mundial sabe utilizar un teléfono móvil, una tableta, un computador y demás aparatos electrónicos que funcionen en conjunto con la gran herramienta que representa el Internet. Así, comienzan a familiarizarse poco a poco con los medios de comunicación que este amplio universo digital tiene para ofrecer, envolviéndose rápidamente en un nuevo mundo, una nueva experiencia al relacionarse.
El proceso de adaptación en cada sitio social es muy rápido, todas estas plataformas tienen una programación de manejo sencilla para el usuario, que permite navegar con facilidad y sin problemas. Por otra parte, incluye un funcionamiento en base a las emociones del ser humano, mismo que genera lazos más fuertes entre los consumidores y por consecuencia, más horas de conexión con la página web.
Es aquí cuando se crea el problema más grande que originan estas plataformas digitales, una vez que el usuario dependa de las redes sociales y tome más frecuencia su regularidad de uso, comenzará la dependencia hacia ellas, transformándose con el tiempo en una adicción muy grande que afecte por completo la vida personal de los usuarios, sus emociones, relaciones, conocimientos, criterios y desarrollo de vida.
Con todo esto, también surge otro factor de riesgo muy importante que se manifiesta en dichas plataformas digitales con mucha facilidad, el control y robo de información resulta ser algo muy común por estos medios, al igual que la manipulación de la misma. Las noticias falsas y los datos erróneos se presentan con alta frecuencia, dando como resultado una alteración de conocimiento y ruido en la comunicación.
Todos los usuarios que tengan una cuenta activa en cualquier plataforma y red social, generan una cantidad increíble de datos e información constante al momento de navegar por el sitio. Las reacciones, compartidas, ‘likes’ en páginas, búsquedas, ubicaciones reales y demás actividades del perfil, otorgan grandes informes sobre la vida personal de cada individuo que utiliza estas aplicaciones.
Ya con la recopilación de todos los datos, comienzan a controlar y a seleccionar lo que deseamos ver, leer o escuchar, gracias a la cantidad alta de información que en todo momento se brinda a esta inmensa ‘Big Data’ que compone a los sitios digitales. Al tener a la mano toda esta información valiosa, el algoritmo arroja publicaciones, enlaces y publicidad en base a las preferencias del usuario.
Las redes como Facebook, Instagram, Twitter y demás, generan altos ingresos gracias a las campañas publicitarias que realizan a miles de marcas en todo el mundo, convirtiéndose esta practica en un negocio de muy buena ganancia. Aquí el algoritmo trabaja y distribuye con el público meta cada uno de estos anuncios, provocándole al usuario una mayor estadía en el sitio, gracias al atractivo que producen estos ‘post’ relevantes.
Se estima que un usuario común utiliza las redes por al menos siete horas al día, en las cuales regala muchos ‘click’ en reacciones, publicaciones compartidas, perfiles que visita, mensajes con otros usuarios y otras interacciones. Una cantidad de gran impacto, ya que se permanece de forma activa más tiempo en redes sociales que en otras actividades esenciales del ser humano.
Durante todo ese tiempo las aplicaciones digitales absorben cada vez más información, hasta llegar al punto de tener el control total del usuario, como si fuera un tipo de droga que las personas necesitan y no pueden dejar tan fácil; ahora, las redes sociales conocen por completo lo que deseas o buscas ver para seguir al pendiente del celular, la tableta, el computador o todo aquel hardware que permita el acceso a dichas plataformas.
Ahora es bastante fácil que una persona se crea cualquier tipo de información existente en la web, más si un usuario cercano difunde la noticia o el argumento, además si a eso se le suma la poca práctica de lectura que se vive en la actualidad, con más certeza se cae en los datos incorrectos y las absurdas notas periodísticas.
Muchas de las manifestaciones sociales en formato digital provienen de la mala información, lo que provoca un mal uso de ella y con ello un ruido inmenso en la facilidad de comunicación entre un grupo social. El odio, rechazo, la depresión y más emociones negativas surgen de estas prácticas, pero lo que vuelve este punto más grave, es lo susceptible que se ha vuelto el hombre hacia lo que se proyecta en las redes sociales.
Tal parece que todo este mundo virtual resulta un arma grandísima en contra del desarrollo y la convivencia social, pero ¿Será realmente malo utilizar estos medios de comunicación?, existen otras cosas muy buenas que provienen de estos sitios, pero aún así, no cabe duda del peligro que generan y seguro, continuará en expansión.
Con la aparición del virus COVID – 19, muchas actividades laborales y educativas tuvieron que poner pausa a su modalidad presencial, esto para evitar la propagación masiva de la enfermedad en todo el país, si no fuera por el avance tecnológico que existe en la actualidad, seguro no podríamos avanzar y encontrar soluciones flexibles tan rápido.
La capacidad tan grande de permitir elaborar tareas complejas y, sobre todo, permanecer en comunicación a tiempo real durante la crisis, funciona de maravilla ahora que se necesita. Podrá haber lazos problemáticos en cuestión a estas plataformas y tecnologías avanzadas, pero de alguna forma se pueden corregir o al menos tener una disminución notable.
Resulta cierto el aspecto de la alta necesidad que se tiene para utilizar los dispositivos y revisar que hay de nuevo cada cinco segundos en la red social de preferencia, pareciera que existe algo que obliga a cada uno de los usuarios a permanecer al tanto de los datos y la información que ahí se produce; sin embargo, no siempre es así.
En los usuarios de edades adultas, el uso de las redes sociales y plataformas de entretenimiento solo sirven como distracción, es un escape de toda una jornada laboral llena de ocupaciones, por lo tanto, la dependencia comienza a disminuir gracias al hecho de ocupar el tiempo en otras actividades.
Los más jóvenes son quienes caen con mayor facilidad en las trampas de las redes sociales, quienes más interactúan, debaten, comparten, gritan y destruyen en estas plataformas, pero si continúan por una formación correcta, seguramente tarde o temprano cambiarán el modelo de uso que estas plataformas desean que sigan.
La solución se encuentra en recibir educación ante el uso de
sistemas operativos y medios de comunicación digital, hacer entender desde
chicos el objetivo principal de estas plataformas, al igual que el uso correcto
que debe dárseles. Contemplar con regularidad otros panoramas de
entretenimiento, que puedan servir de alternativas para el tiempo libre.
Así mismo, impartir conocimientos sobre las malas prácticas de la información, robo de datos y ‘fake news’, que alteren la relación social y atmósfera en los sitios digitales, tener más presente cada una de las características que las distinguen y así lograr identificar a tiempo para prevenir un posible caos.